miércoles, 29 de septiembre de 2010

Y si te miro mal la culpa es tuya.

que tanto me ha enseñado.

Y si te miro mal la culpa es tuya
por andar con demasiada elegancia,
por hacerme pensar en elefantes
cuando me apetece otra extravagancia.

Por transformarme en electrón negativo
y solitario sin su debida toma de tierra,
y condenarme a lo muy antideportivo
para poder matarme en mi propia guerra.

Por elegirme ser un hombre tachado,
una persona non non non grata,
una campana sin badajo,
un gran gato negro sin su gata.

Y que me rebajes mis precios
por ser una antigualla sin barniz
y no parte de tu elenco de necios;
por nombrarme crío a quien limpiarle la nariz.

Por electrificar las espinas que me impones
cada vez que voy y te quiero como un capullo.
Por olvidar que vas y partes mil corazones
por ser incapaz de conservar los pedazos del tuyo.

Por hacerme perder toda mi sansónica fuerza
sin molestarte ni en intentar cortarme el pelo
y encadenar mi antes elevadísima gloria
a mejor cuanto más y más pegada al suelo.

Por provocarme dejarme la métrica perdida
en ese montón de apuntes ilegibles
y vivir con una poética descosida
con elepés de Sabina, Sammie y Bubles.

Por poner en mi boca tunantes elegías:
"no seré lo que pedías pero soy quien más te quiso",
y obligarte a descifrar este ¡já! galimatías:
"no se pescan to los días atunes en el paraíso".

Por forzarme a tocar a Ruibal
con más dolor que otra cosa,
"Oh, vaya, Catulo ni tiene rival
a la hora de cavaros una fosa".

Por condenarme a compararte a Lesbia
y ver tu cara en cada uno de sus versos.

Por abrazarme demasiadas veces
y luego demasiadas pocas.

Por reírte de mis gracias
y luego mirar para otro lado.

Porque sí.

Porque voy a quedar mal y me da lo mismo.

Por quererme y necesitarme tantísimo y tan poco.

Por darte cuenta y no darte cuenta.

Porque no.

Por abrir la caja de caudales de mis recursos de olvido.

Por desvalijar los ahorros de mi cuenta de imaginaciones.

Porque los barcos en vez de ir en tu busca van en tu contra.

Por mis ganas de ser Ulises en tu cuerpo...

Por ser una grandísima elemento sin menta.

Por no rimar porque mejor te aliteras.


Porque, cariño, al final, la culpa es mía.



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Porque siempre hubo clases y yo soy el hombre invisible
que una vez soñó un imposible parecido al amor.

Porque el mundo es injusto, chaval,
pero si me provocas
yo también sé jugarme la boca,
yo también sé besar.

(Joaquín Sabina)